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CASO SNOWDEN
Hijo de América, pero Padre de Snowden.
  Mariano Moral  | 6 de agosto de 2013

Hace unas semanas, tras ver una entrevista realizada en televisión al padre de Edward Snowden nada más estallar el escándalo del espionaje masivo, escribí lo siguiente:

 [1]En una entrevista para el canal Fox norteamericano, el padre de Edward Snowden declaraba que prefería “ver a su hijo encarcelado en América que libre en un país sin libertad”. Durante toda la entrevista, forzada desde sus inicios hasta el límite más absurdo de la superchería patriótica por el recalcitrante entrevistador, en la conciencia del padre de Snowden se habían estado debatiendo claramente la lealtad incondicional que por naturaleza un padre tiene por su hijo y la archi-manipulada idea— a través de la cual los criminales que habitan en la Casa Blanca, en estrecha unión con lobbies financieros y empresariales, lavan constantemente el cerebro de los norteamericanos— de que América es la más alta representación de la justicia y la libertad y por ello se encuentra constante e injustamente amenazada por los bárbaros salvajes que habitan el resto del planeta.

Resultaba triste ver a un padre en tal dilema. Pero pronto la tristeza se convirtió en rabia cuando por fin se hizo evidente que todo el poder de manipulación del mayor imperio del mundo era más fuerte que el mismísimo nexo natural padre-hijo. “Prefiero ver a mi hijo encarcelado en América que libre en un país sin libertad”. No me podía quitar la frase de la cabeza, no solo por la contradicción que encierra en si misma —¡¿encarcelado en el país de la libertad y libre en el país de la esclavitud?!—si no porque nos muestra la horrible imagen de un padre declarando públicamente culpable a su propio hijo o, lo que es lo mismo, decantándose sin previo juicio por el envenenado veredicto patrio.

La conducta de este hombre, no basada, creo yo, en lo que él es realmente si no en lo que oscuras y poderosas mentes le han inducido a ser, es un claro ejemplo de los efectos que en la gente tienen las siniestras técnicas totalitarias que practican a día de hoy las mayores potencias mundiales. Técnicas que no solo abarcan el espionaje y control masivos sobre la población, como ha dejado en evidencia la información revelada por Edward Snowden, si no la siniestra "terapia del shock", por la cual se mantiene en una eterna paranoia a la población inyectándola miedo de forma sistemática para controlarla creando amenazas constantes.

Así se fabrica un sentimiento patriótico artificial envenenado con el concepto de “unión a cualquier precio contra la amenaza común” que conduce a los ciudadanos primero a anteponer la defensa y seguridad de la patria a todo lo demás, y finalmente a tolerar que los gobiernos democráticos se conviertan prácticamente en tiranías destinadas a protegerles de la supuesta “amenaza”.

Y así, bajo estas macabras circunstancias empapadas de miedo y paranoia, el amor y la lealtad de un padre por su hijo son suplantados por el amor y la lealtad a un espejismo patriótico. Digo espejismo porque, generalmente, dónde un patriota puede creer estar apoyando honestamente el buen devenir de su patria, en realidad lo que está haciendo es caer en las redes de las elites que utilizan las banderas como mero cebo para pescar a la ciudadanía o como cortina opaca para ocultar sus verdaderas y oscuras intenciones.

El debate que surge hoy en Estados Unidos es si Edward Snowden es un traidor por comprometer supuestamente la seguridad nacional de los Norteamericanos con sus revelaciones, o un ciudadano ejemplar por anteponer la democracia a todo lo demás y no estar dispuesto a que su gobierno se convierta en una dictadura con el pretexto de la seguridad. Parece haber serio peligro de que todo aquel que apoye a Snowden sea considerado por los “patriotas” como un traidor. Me pregunto como habrían llamado a su padre si éste hubiera decidido ponerse del lado de su hijo, seguramente no le habrían calificado de traidor, si no como un pobre demente ciego por amor a su hijo.

 [2]Cuando estaba releyendo el escrito me di cuenta de que, a la hora de juzgar el comportamiento de este hombre, había ignorado la confusión general que debía rodearle en el momento de la entrevista y la fuerte presión a la que seguramente estaba sometido. Me parecía correcta la descripción de la situación social y política, pero me fallaba la del individuo, así que dejé aparcado el escrito...hasta hace unos días, cuando pude ver otra entrevista que le realizaron recientemente en el canal NBC.

Cual fue mi sorpresa cuando comprobé que el abatido y contrariado padre de la primera entrevista ahora parecía haberse recompuesto y estar firmemente decidido a apoyar las decisiones de su hijo por encima de las de la madre patria. Ahora no solo recomendaba a su hijo permanecer en Rusia por parecerle más que dudoso que fuera a tener un juicio justo en América, si no que iba mucho más allá alegando que "no siento que mi hijo haya cometido traición".

La verdad es que me alegré al ver la nueva posición que tomaba el padre, pero me llenó de rabia pensar que los mismos que, tras la primera entrevista, le llamaron patriota, ahora seguramente le iban a calificar de traidor. Ahora me surge esta pregunta, en la que tal vez algún lector pueda poner una respuesta: ¿Un patriota es una persona que apoya el estado en el que vive a cualquier precio, o una persona que apoya a sus congéneres por encima de todo? Lo cierto es que ambas posiciones no son la misma, aunque pueda parecer que si.

El padre de Snowden primero apoyó al estado, incluso por encima de su propio hijo, pero después tal vez comprendió que si el estado, o los que lo gobiernan, se han convertido en un peligro para sus ciudadanos en vez de la garantía de su libertad, igualdad y bienestar, entonces el patriota deber volver la vista a sus gentes. ¿Es una bandera lo que garantiza la justicia social y el buen funcionamiento de la democracia? ¿Es un estado organizado en si mismo la única garantía de libertad y seguridad?

Surgen muchas preguntas que necesitan respuesta para definir cosas tales como si un estado y su bandera están por encima de los derechos de la humanidad en general. Lo que está claro es que el hijo de América por fortuna ha vuelto a ser el padre de Snowden y además, creo yo, un ciudadano ejemplar de cuya nueva postura todos debemos aprender, especialmente los que se obcecan en amar las banderas y las identidades nacionales, cosas tremendamente ambigüas y por tanto susceptibles de ser manipuladas, por encima de las personas.

Quizá los nacionalistas españoles, catalanes, vascos, etc., deberían quitar la mirada de sus líderes y sus colores para volverla a la realidad de las personas que, ya sean de acá o de allá, son iguales a la hora de sufrir los problemas sociales que generan sus extremadamente corruptos apóstoles estatales, los cuales siempre están dispuestos para distraernos con banderas, culturas e identidades para que no nos enteremos de los crímenes que cometen. Hoy en día no se puede ser a la vez hijo de la bandera y padre de la justicia.


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