Las Navas del Marqués a 21 de abril de 2021 |
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Alejandra pensaba que uno es quien se hace a sí mismo. Indagaba en el tipo de persona que le gustaría ser. Nunca creyó que esa experiencia fuera fácil. Habría que poner la inteligencia a caminar.
Estaba completamente segura de ello. Hoy se sentía fuerte en muchos aspectos, incluso se asustaba por momentos. Capacidad e inteligencia, -se dijo- eran necesarias.
Tantas veces había pronunciado “eso no lo hago “
(a mi madre, a mi marido, a mis amigos), que ahora, sabiendo que con ello pude lastimarles, sólo me restaba pedir perdón. Nunca fui rebelde. A mi pesar soy sumisa.
En ocasiones pienso que soy la única que siento las cosas como las siento. Veo un grupo de gente. Todo es convencional. Ríen, hacen chistes, bailan; ellos, cómo no, mueven el hielo con la copa… Qué aburrimiento. ¿Seré yo la rara? Me siento aislada, sola. Me retiro.
Cerraba los ojos. Mi ´anomalía´ me obligaba a ser diferente, a no compartir lo que otros. No quería pasar el tiempo esperando a ese ángel salvador que me rozase con sus deditos y me convirtiera en la Campanilla de Peter Pan.
En mi soledad lloro lágrimas de sal. Me levanto. ¡Hay que joderse! La gente dice lo que no hace, hace lo que no piensa y sus vidas se deslizan tranquilamente por este hipócrita mundo. Y yo aquí, -la rara-, desolada por atreverme a ser quién soy.