Las Navas del Marqués a 31 de marzo de 2023 |
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En un gigantesco salón de actos y rodeado de periodistas y gente de su gremio emocionada hasta el éxtasis, el Jefe enviaba su primer “tweet” en un acto que recordaba al momento en que un niño se dispone a dar sus primeros pasos y toda la familia le contempla primero expectante y luego emocionada. Mientras levantaba su brazo derecho y estiraba el dedo índice para dar a “enviar” en la pantalla táctil del ordenador, un niño moría de hambre en algún lugar del planeta tierra.
Una vez enviado el primer “tweet” no terrenal y durante varios minutos de aplausos, vivas y éxtasis generalizados la lista de niños muertos de hambre seguía creciendo a un promedio de seís segundos por baja. Quizá, mientras la muerte seguía su curso junto con la mezquindad y la corrupción terrenales y el twitter del Jefe, alguien en alguna mesa de alguna recóndita oficina del banco del Jefe estaba revisando el estado de las inversiones en la industria armamentística y tal vez, ¿quién sabe?, no sin cierta ironía, esta persona pensaba al mismo tiempo que revisaba índices de riesgo y tablas de beneficios que Su caridad no tenía límites porque para un niño era mucho más rápido e indoloro morir de un bombazo que de desnutrición.
Una de cada ocho personas en el mundo irá a dormir con hambre esta noche pero con un solo “clic” el Jefe ha alcanzado un millón de seguidores. ¡Qué suerte tienen esos andrajosos muertos de hambre cuyos estómagos no dejarán de rugir esta noche! Ya tienen el cielo ganado, lo que les pone en una clara ventaja sobre los pobres y desesperados “twiteros” que desgraciadamente tienen el estómago lleno y por este motivo todavía no tienen asegurada la vida eterna. De esto deducimos que si el Jefe se ha gastado un dineral en su página web y en introducirse en las nuevas tecnologías no es más que para ayudar a los desdichados que todavía no están en la más absoluta de las miserias y por ello no tienen el cielo al alcance de la mano.
Los minutos pasan, la muerte crece de manera exponencial a los tweets, el cielo se llena de almas esqueléticas, algunas con la barriga hinchada y otras con ella agujereada por una bala o destrozada por una mina antipersonal, y los gritos y vivas y ¡hurras! al Jefe cibernético ya casi no caben en el salón de actos. No hay tiempo que perder cuando se trata de ganarse el cielo y hacer que muchos lleguen a él lo antes posible y de la forma más segura, por eso mientras los tweets se multiplican ese funcionario que quizá antes podría haber estado revisando las inversiones en armamentos ahora tal vez estará pasando a chequear las realizadas en otras industrias que pueden ayudar en la tarea, ¿quién sabe?, ¿las químicas?, ¿las farmacéuticas? Puede ser cualquiera, porque la mayoría son de lo más eficaz a la hora de super-poblar las alturas, que es de lo que se trata.
Pero sería exagerar decir que, a pesar de que nuestra finalidad es ir al cielo, hay que ignorar la vida terrenal. Por eso el Jefe twitea ahora a los mortales, y hace bien, que es gratis y rápido, para recordarnos que tenemos que aprovechar nuestra estancia aquí para lavarnos bien de la mugrienta costra de nuestro pecado capital e ir al cielo aseaditos (esto no incluye a los que se mueren de hambre o destrozados por una bomba porque ellos van al cielo sucios y todo, ¡otro privilegio que tienen!). Lo que pasa es que seguro que hay algunos que van a coger este mensaje a pies juntillas y van a entender que por pecado capital el Jefe se refiere a todo su capital pecaminoso y le van a enviar todo su dinero para que les ayude a purificarlo en su banco, que redime tanto o más a billetes en pecado como a almas pecadoras.
La ceremonia se acabó y el Jefe salió sonriente, no era para menos, al final de esta ya no solo era el número uno en el espacio físico si no también en el virtual. No importaba cuanta gente había muerto en ese rato, ni cuanta gente sin un céntimo ni un chusco de pan iba a seguir muriendo en lo sucesivo. Pero no vamos a ser tan descarados como para insinuar que el Jefe es el responsable de tanta muerte cruel, absurda e innecesaria, en definitiva hay muchos Jefes como él y será más justo si repartimos parte de la responsabilidad entre todos ellos. Sin olvidar que la otra parte nos corresponde a nosotros, los que aceptamos su dominio tiránico no solo en el twitter, si no en cada uno de los rincones de nuestra existencia.