Las Navas del Marqués a 1ro de octubre de 2023 |
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"Entonces la madre loba le dijo al macho alfa: ¿qué hacemos con el cachorro de dos patas, nos le comemos o lo adoptamos?", así de cruda la realidad que, con seis años, le tocó vivir al protagonista de una increíble historia que un público entregado en el Espacio Cultural, escuchó de principio a fin en la tarde de ayer, de boca de su protagonista.
Marcos Rodríguez, de 77 años, no tuvo una infancia (la primera) feliz. Con seis años su padre lo canjea ante el terrateniente de la finca de Sierra Morena, porque unos lobos se han comido las cabras que cuidaba, y como no tienen dinero para pagar el desastre provocado, venden al niño para acompañar al pastoreo del ganado. Vive durante un año en una cueva con un pastor, que, al morir en la cueva, lo deja solo ante el peligro de no saber qué hacer, qué comer o cómo resguardarse.
Vagó sin rumbo por el bosque y se escondió en una cueva donde unos cachorros de lobo estaban jugando. Se durmió y al despertar, la loba estaba repartiendo la carne de un ciervo entre los lobeznos, y él, azuzado por el hambre, le arrebató a uno de ellos la carne para comérsela. La loba le hizo frente, le quitó la carne, se la devolvió a su cachorro, pero, con un instinto maternal que Marcos no había conocido -su madre murió y su madrastra lo maltrataba-, cortó un pedazo y se lo acercó con el hocico. Después que éste comió, la loba le lamió la cara y le lavó como a uno de sus hijos.
A partir de ahí fue uno más de la manada, previa aceptación del macho alfa, cazaba con ellos, jugaba, y pasaba así año tras año, hasta los 11 que estuvo viviendo de manera "salvaje", alejado de lo que Marcos considera los verdaderos salvajes. Los animales le enseñaron a comer unas hierbas y otras dejarlas por ser venenosas, se comunicaba con ellos con aullidos, hizo fuego, algo que no les gustaba mucho a los lobos, y hasta construyó una olla de barro para hacer potajes.
Esta solo es una parte, muy resumida, de la charla que comenzó Arturo Arcones, hablándonos de la etología y biología del lobo ibérico, con algunas películas de Félix Rodriguez de la Fuente y del propio Marcos Rodríguez. Entre muchas anécdotas y preguntas del público, sobre su vida posterior, desde la detención por la guardia civil en 1965, su paso por un colegio de monjas, donde le enseñaron a caminar erguido, a vestir, a la incorporación a la "vida normal", o a las películas biográficas que aportó para que quien quisiera pudiera comprarlas, se hicieron las 9, tras cuatro horas, y la expectación seguía. Para finalizar, los más pequeños se hicieron fotos y vieron de cerca un hurón, un erizo y una loba.
Da la sensación que Marcos siempre echó de menos aquella vida en la manada, el resto de su existencia.