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CABALLÉ, BERGANZA Y SANTANA
  Juanjo  | 4 de agosto de 2019

Dentro de unos años, no muchos, alguien porfiará cuando orgullosos digamos que una noche de verano asistimos a un concierto en el convento de San Pablo con la Caballé y la Berganza. Y habrá que tirar de hemeroteca, sirva este artículo en el periódico local, para demostrarlo. Si, no es un sueño, ayer, 3 de agosto, Maite Seco consiguió una vez más subir el listón y sumar en un mismo escenario a Montserrat Martí Caballé y a Cecilia Lavilla Berganza, mientras su madre, la gran diva, cuya lista de premios no coge en un folio, Teresa Berganza, reía con ganas en la primera fila de butacas del convento.

Teresa, premio Príncipe de Asturias en 1991, pregunta antes de comenzar el evento por nuestro convento, por la lauda que custodia el Museo Arqueológico Nacional, por el castillo. Al decirle el nombre de Pilar Primo de Rivera, directora de la escuela de instructoras Isabel la Católica, se le enciende la bombilla. "Yo estudié en este castillo, y aquí comencé a cantar con catorce años". Se disculpa por no haber reconocido el lugar, "hace tantos años", comenta la cantante, de 86 años. Una persona cercana, y asequible a la gran cantidad de personas que acudían a saludarla.

La complicidad adquirida por las sopranos en el escenario se debe a su gran amistad, nos confiesa Teresa. Se llevan tan bien que se nota en el resultado. Acompañadas de otra gran voz, el barítono zamorano Luis Santana, decidieron saltarse el programa, respetando únicamente las dos primeras piezas de Haydn. Al piano el aragonés -de Alagón- José María Berdejo Marín.

El concierto transcurrió entre risas y aplausos, alargándose hasta pasadas las diez de la noche. Dos horas que se hicieron cortísimas. Un "Gracias a la vida" final, muy emotivo, arrancó incluso lágrimas entre un público entregado que abarrotó el recinto, dejando gran cantidad de personas fuera. Dentro, unas cuarenta personas de pie repartidas en los laterales y al fondo.
Confiesa Maite Seco, organizadora de estos diez años de festival, que el final de cada temporada le produce un bajón emocional. Le parece imposible subir otro escalón en la calidad de las actuaciones, pero siempre lo consigue. Hoy el reto es quizás un pelín más difícil de superar. Pero lo hará.


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