Las Navas del Marqués a 31 de marzo de 2023 |
29 visitas ahora |
Tweet |
Conocía cada arruga de su rostro, cada poro, cada pliegue de su piel, la curvatura de su nuca...
Mis manos habían llegado a ser una prolongación de su cabeza . Pero no sabía qué pensaba. Me asustaba la idea de que fuera “demasiado yo”, de que en el fondo buscara amoldarlo a mi imagen y semejanza y , contradictoriamente, fuera él quién controlara .
Seguramente la decisión había llegado mucho antes de saberlo yo misma. Esa tarde le diría que era la última, que ya nunca más iría a verlo. Lo otro, no; no le diría lo otro …
Entré como siempre ; a la misma hora. Saqué de mi bolso la bolsa de plástico. Ya no tendría que volver a sentir sus silenciosos reproches cada vez que me marchaba. La coloqué lentamente hasta ocultar su cuello.
No dijo nada, ni tan siquiera elevó su mirada, como siempre cabizbaja.
Después simplemente me marché repitiéndome a mi misma que al fin y al cabo todo había empezado con un trozo de barro.