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La alternativa de la oposición
  Mariano Moral  | 6 de noviembre de 2011

La oposición en Las Navas no puede ser fructuosa mientras se encuentre dentro de los límites en los que se mueve a rajatabla el alcalde, es decir, en la mentalidad puramente representativa. Es importante comprender que los tiempos de la democracia representativa tal y como la conocemos se han acabado; los políticos como el alcalde (siguiendo una tradición bastante arraigada) han convertido el sistema de representatividad en una dictadura tan arbitraria como paternalista minando así la confianza de la ciudadanía y la concepción que esta tiene de la utilidad del voto.

La oposición sigue incurriendo en el error de querer representar a las voces disconformes en vez de luchar para que esas voces se representen a sí mismas o, dicho en otras palabras, se sigue buscando el voto y, cuando se obtenga, el pueblo seguirá en el mismo segundo plano que ocupa ahora. La única oposición honesta es aquella que, lejos de enfrentarse al alcalde y su séquito en nombre de sus votantes, intenta dar, no solo a su votantes, si no a toda la ciudadanía, todas las oportunidades prácticas y toda la educación democrática necesarias para que ellos se enfrenten a la autoridad por si mismos en caso de estar en desacuerdo con ella o, vayamos más allá, para que la ciudadanía misma se convierta en autoridad y relegue a los representantes al papel de gestores que por otro lado es el que deberían tener.

Es muy bonito pedir opinión y sugerencias a la gente pero este proceder no tiene otro efecto que el de mantener a los ciudadanos en la dependencia continua, extrema e insana de los políticos y echar remiendos a una democracia que se desmorona. Ustedes quieren democracia en Las Navas, pues bien, dejen de tratar a los ciudadanos como niños indefensos y pónganles en la tesitura de actuar y de adquirir responsabilidad en el ejercicio del gobierno. De esta manera no solo estarán poniendo la primera piedra de la verdadera democracia si no que se estarán curando de la tentación de acabar siendo como quien ahora critican si un día llegan a la alcaldía.

Si somos realistas y dejamos la autocomplacencia aparcada creo que no se puede negar que de aquí hasta que termine la legislatura cada pleno va a ser lo que ha venido siendo hasta ahora, es decir, un paripé tan inofensivo como bochornoso donde el alcalde se despacha a sus anchas acudiendo a las artimañas más trapaceras. La idea de que los plenos son el campo de batalla se cae por su propio peso, el campo de batalla está en la calle. No se trata de darse paseos para charlar con la gente y recoger impresiones, se trata de movilizar a la gente.

Entre las enseñanzas que extraemos del 15-M una de las más importantes es que estábamos equivocados quienes pensábamos que ningún ciudadano quiere mover un dedo. El problema era que no existían los foros adecuados para la movilización ciudadana, asambleas y comités a-partidistas que funcionaran de forma paralela a los gobiernos locales e independientemente de éstos donde una vez propuesto un tema de debate todo el mundo tuviera la oportunidad de opinar y saber que su opinión iba a ser tenida en cuenta y a la postre decisiva.

Como vemos no se trata de montar el mitin y soltar típico el rollo compuesto de críticas, proyectos y promesas a una masa de oyentes pasivos. Se trata de convocar a la ciudadanía en un espacio abierto, a-partidista y activo donde los asistentes se vean obligados a tomar decisiones que a pesar de no tener efectos legislativos conformarían el arranque de un modelo participativo y fomentarían una acción real y colectiva. Estos espacios ya están en marcha en barrios y municipios de toda España, incluso en lugares donde aquello de la participación ciudadana no se había visto ni en pintura.

Claro que, a mi entender, habría que dar un paso fundamental. Se trata de que la oposición en bloque deje de asistir a los plenos municipales y trabajen unidos y de forma a-partidista en la construcción de asambleas ciudadanas paralelas al gobierno local donde se haga precisamente lo que no se ha visto hacer nunca en un pleno: debatir, proponer, estudiar y votar de forma colectiva los asuntos que atañen a nuestro pueblo. No se trata de sabotear al ayuntamiento como institución si no de presionar al equipo de gobierno para que abandone sus métodos dictatoriales y se ponga en marcha un proceso plenario justo y útil en el que, como condición esencial, se empiece a introducir la participación ciudadana directa y decisiva y la transparencia sea total. No se trata de discriminar a los votantes del Partido Popular, se trata de que esta alcaldía sea la de todos, incluidos los votantes que la apoyan con su voto los cuales, en el fondo, pintan tanto como los demás: nada.

Si UPyD y PSOE tienen a su pueblo por encima de sus siglas y de las elecciones creo que deberían ponerse a trabajar en este sentido. Tienen la oportunidad de acabar con la infructuosa rutina de plenos que no conducen a ninguna parte donde la distancia entre ellos es la misma que de ellos al alcalde y ser el detonante de un movimiento ciudadano que no incluya solo a sus votantes si no a todos y cada uno de los vecinos que quieran participar. Sigan manteniendo sus siglas, como cada uno hace si así lo desea, pero déjenlas de lado por un momento para evitar otros cuatro años de plenos absurdos e inútiles y, sobre todo, para trabajar con los vecinos en el único proyecto que puede evitar que esta democracia se derrumbe: la democracia participativa.


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