Las Navas del Marqués a 15 de agosto de 2022 |
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Hacía mucho tiempo que el cumpleaños de la abuelita había dejado de ser una fiesta.
En su fabulosa mansión, convertida desde hacía décadas en un hospital de campaña debido a sus múltiples achaques, se agolpaban nietos, bisnietos y tataranietos con sus inútiles regalos. Se armaban de valor para acercarse a besar la nauseabunda y apergaminada piel de la abuela quien, entre tubos y máquinas, no parecía enterarse de nada. Pero aquellos ojillos opacos, diminutos y casi muertos, brillaban aún con un destello de desprecio y sorna cuando miraban a sus desesperados herederos, que todavía soñaban con hacerse algún día con un pedazo de la fortuna de la vieja.
Aún no había llegado ese día. Incorporaron la cama de la anciana para mostrarle la tarta llena de velas. No necesitaba contarlas, pues su viejo cerebro aún llevaba bien la cuenta: 147.