Las Navas del Marqués a 28 de mayo de 2023 |
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Llevo tiempo apático, triste... Y solo. Todos me reprochaban mis silencios. No me importa. No quiero hablar. La cabeza está a punto de estallarme.
Entraron en mi habitación, dan la luz, la tenía apagada porque me molestaba y me encontraron con la mirada perdida.
Los miré, mi corazón empezó a latir, estaba sentado en la cama y me negaba a creer lo que mis ojos estaban viendo. Batas blancas, hombres corpulentos y un señor que parecía un doctor. Tengo miedo. Retrocedo en mi vida, historias lejanas... Pienso en ti, María. Eras la única que tenías paciencia conmigo, el único ser que aceptó mis debilidades.
Les miro y aprieto mis manos. Mi respiración se agita, tengo ganas de llorar ¡quiero llorar! Siento rabia, desesperación... Mi familia. Otra vez han llamado a los loqueros.
Mientras me vestían miré mi colección de libros. Inconscientemente me estaba despidiendo de ellos, ¿volvería a verlos o a hojearlos?
Me cogieron entre los dos enfermeros, salí de mi casa echando una última mirada y escaleras abajo salimos a la calle. Hacía mucho frío y mi familia, con cara de palo, me estaba esperando junto a la ambulancia. Mis padres me dieron un beso en la frente y mi hermana se acercó y me abrazó llorando. Volví a mirar mi casa. Mi viejo perro se lo quise dar a mi tío Alfredo, pero no lo quiso. Se lo regalé al portero, qué iusión le hizo.
Mi morada se quedó sola. Sentí cómo las lágrimas recorrían mi rostro, aquello no podía ser más triste de lo que era y entonces pensé en ti, María, desde que te marchaste al cielo no hago otra cosa que ir y volver del manicomio.