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Volar sobre el nido del cuco
  Mariano Moral  | 31 de diciembre de 2013

No sé si sabrán ustedes quién es la Señora Ratched, así que por si acaso les hago una breve introducción. Lo primero aclarar que aunque es un personaje cinematográfico, no por ello deja de ser real. Pues eso, es la jefa de enfermeras de un hospital psiquiátrico de los de antes, ya sabrán que clase de lugares eran aquellos, y lo rige como una auténtica dictadora. El caso es que ella cree, o quiere creer, estar haciendo lo correcto cuando infla a los pacientes por la fuerza con fármacos que no solo no necesitan, si no que empeoran su estado; también cuando practica piadosas descargas eléctricas y lobotomías a los pacientes que se portan mal, o ella cree que se han portado mal, o a aquellos que ella considera casos perdidos.

La Señora Ratched tiene otros detalles, o lo que ella considera detalles, con sus pacientes. A veces los reúne en asamblea, siendo ella la moderadora, para dialogar con ellos a cerca de su estado anímico, o de cualquier cosa que se pase por su enferma cabeza. Esto podría parecer muy democrático y bienintencionado por parte de la Señora Ratched si no fuera porque crea tal ambiente de represión en las asambleas, que para los pacientes más que un desahogo son un calvario.

Aquí entra en escena McMurphy, quien ingresa en el psiquiátrico por decisión judicial haciéndose pasar por loco para librarse de una condena de cárcel. McMurphy revoluciona la vida en el hospital y provoca que los pacientes empiecen a reaccionar y a salir de su sopor, lo cual alarma a la Señora Ratched. Se dedica a desafiar la autoridad de la Señora Ratched frente a los demás pacientes y termina por ganarse la simpatía de estos. Aunque, por supuesto, no le resultará tan fácil. En cierta ocasión McMurphy dice que quiere ver el béisbol en la tele del hospital y se enfrenta a la Señora Ratched, quién, tan solo por imponerle su autoridad, se niega. Ante el pequeño motín que se genera contra la Señora Ratched a causa del béisbol, ésta saca su talante democrático y decide someter el tema a votación. McMurphy está seguro de que todos los pacientes votaran a favor por la sencilla razón de que la mayoría también lo quieren ver, pero pronto se lleva una sorpresa cuando casi todos deciden apoyar con su voto o su silencio la negativa de la Señora Ratched a ver el béisbol. Sobra decir que finalmente no se ve el partido.

Es comprensible, la Señora Ratched les tiene tan sumamente acobardados y controlados que son incapaces de rebelarse a pesar de las flagrantes injusticias que ella comete continuamente y del hecho de tratarles como a auténtica escoria. Todo esto añadido a que el hospital, a pesar de que la Señora Ratched quiera creer lo contrario, cosa que no sucede, funciona como una sofisticada e implacable cárcel en el que la libertad y la humanidad sencillamente se han borrado no solo del mapa, si no de la mente de los pacientes. Por un lado simpatizan con McMurphy, o con lo que representa, y se sienten felices ante el nuevo horizonte que éste trae a sus grises existencias; pero por el otro son incapaces de librarse del tiránico domino de la Señora Ratched, es decir, la libertad y la democracia se ven aplastadas por la sumisión, la cobardía y la maldad. Algunos de los pacientes se ven superados por este conflicto y uno de ellos, Billy, termina por suicidarse.

Lo curioso de la historia es que muchos de los pacientes entraron en ese hospital por voluntad propia, como si le prefiriesen, ya sea motivados por el miedo o por algún interés, a la cruda realidad que, sin embargo, no deja de ser real. McMurphy, en cierto modo, también entra por voluntad propia, o para evitar un mal que erróneamente considera mayor: la cárcel. Pero es incapaz de someterse a tal vejación y, tras varios intentos de fuga, finalmente logra escaparse. Sin embargo, un par de semanas después le cazan y le traen de vuelta al hospital, esta vez tras haberle aplicado una lobotomía que le deja totalmente incapacitado. Finalmente muere a manos de otro paciente: Bromdren.

Bromdren es un jefe indio que está cuerdo pero tiene miedo incluso de su propia sombra y para permanecer en el hospital, donde, a pesar de todo, se siente seguro, se hace pasar por mudo y nunca rechista a la Señora Ratched. Finalmente se convierte en el mejor amigo de McMurphy y solo gracias a éste vence sus miedos y decide recuperar su libertad sea cual sea el precio a pagar. Cuando traen a McMurphy de vuelta al hospital lobotomizado, Bromden se da cuenta de que el resto de los pacientes no pueden verle así porque la esperanza y el sentido que éste les había insuflado durante el tiempo que había pasado con ellos se desvanecería de inmediato; además Bromden comprende que McMurphy preferiría morir a vivir lobotomizado. Entonces le mata e inmediatamente después salta al vacío por una ventana del hospital. Esta es una imagen reveladora: la de un hombre escapando hacia su libertad.

El título original de la novela en la que se inspiró esta película es “One flew east, one flew west, and one flew over the Cuckoo´s nest” (Uno voló hacia el este, uno voló hacia el oeste, y uno voló sobre el nido del cuco). Billy vuela hacia el este, se suicida desesperado e impotente ante su situación en el hospital. McMurphy vuela al oeste, su rebeldía le causa la muerte. Y solo Bromden es capaz de escapar del nido del cuco, es decir, sentirse libre, vencer sus miedos y volar hacia su libertad por la única vía que le era posible. Al final consigue librarse de aquel hospital, que no solo es una representación figurada del nido del cuco, si no que podría ser la metáfora de…

Pero, si lo piensan bien, el pájaro cuco no tiene nido. Es un ave de naturaleza parasitaria que deposita sus huevos en los nidos de otras aves para que estas les incuben y protejan. Cuando las crías de cuco rompen el cascarón en nido ajeno y se ven rodeadas de polluelos de otra especie, entonces devoran a éstos sistemáticamente. Luego crecen y engordan parasitariamente a cuenta ajena y, cuando son capaces de salir del nido, imitan el comportamiento de sus progenitores. Se me ocurre que la Señora Ratched es otra metáfora de tantos cucos que se dedican a usurpar nidos ajenos, nidos que no les pertenecen, nidos que a su vez son la metáfora de la libertad y la justicia en la que todo ser humano debe nacer y vivir. Luego, una vez tomados estos nidos figurados, aplastan sin piedad a sus legítimos dueños, a quienes solo les dejan dos opciones: la sumisión consciente por voluntad propia o la sumisión por la fuerza, la lobotomía.

Miren su propio nido y detecten al cuco que se ha colado en él, se darán cuenta de que es real y de que no están locos por mucho que se lo quieran hacer creer. La lucha por la libertad y la justicia, aquí en este nido usurpado, solo son síntomas de lucidez. Fly over the Cuckoo´s nest...


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