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BELIEBERS...
Justin Bieber se retira
  Mariano Moral  | 26 de diciembre de 2013

Beliebers. Así es como Justin llama a sus seguidores, followers, fans y adictos. Mis queridos Beliebers, añade. Estaré ahí para siempre, remata. Beliebers, aunque incluyendo un truco gramatical, es una palabra que se traduce al castellano como creyentes y lleva implícito un acto de fe. Si, porque la gente, y no solo entre los jóvenes, tiene fe en Justin o, mejor dicho, en lo que representa e inspira. Yo no sé qué es lo que representa o inspira pero si se que a mucha gente, un mínimo de 48 millones (que son sus seguidores en twitter), parece que les gusta vivir la vida de Justin más que la suya propia. Y lo sé no porque yo tenga fe en ningún individuo o ente, si no porque por lo general este tipo de fe se puede definir como el acto por el cual asentamos nuestra existencia sobre unos cimientos que son ajenos a nosotros mismos, a nuestro mismo ser.

Justin, aunque bajo una apariencia mucho más inofensiva, es como Dios para mucha gente, y la verdad es que ambos tienen bastantes cosas en común. La primera tal vez sea la omnipotencia, ya que los dos tienen el don de estar hasta en la sopa. La segunda es que ambos son fábricas indiscutibles de fe, lo cual es envidiable porque no es fácil conseguir que la humanidad crea en ti sin ningún motivo razonable para hacerlo. La tercera es que ambos han considerado que ya han dado el cayo bastante y han decidido retirarse jóvenes. Si, porque el centro de este escrito, no lo olvidemos, es que Justin se jubila muy joven, proporcionalmente (hay que tener en cuenta el tiempo divino) a la misma edad que Dios lo hizo.

Ahora cabe preguntarse que va a ser del mundo sin Justin y, como no tenemos a mano otra referencia histórica de la que tirar, pues volvemos al ejemplo de Dios y, la verdad, las expectativas no son muy alentadoras. Desde que Dios se retiró la tierra siempre ha estado impregnada de sangre, de hambre, de miseria y de injusticia. Mucha gente ha clamado por su reincorporación con la esperanza de hacer de este un mundo mejor, pero no ha habido respuesta. ¿Qué va a ser de esa millonada de creyentes sin Justin? ¿Se desmoronará su vida sin Justín del mismo modo que se desmoronó la humanidad sin Dios? Desgraciadamente es lo más probable: sin Dios el ser humano carece de propósito, lo mismo que le pasa al follower sin Justin y, ya se sabe, ¡¡somos tan incapaces de llenar nuestras vidas de nosotros mismos!!

Aun así una cosa es segura, a pesar este golpe de efecto que tantas lágrimas y sufrimiento va a provocar, la fama de Justin va a crecer exponencialmente hasta la eternidad. Pronto llegará un momento, no hay duda, en el que venderá más camisetas que Dios crucifijos, y en mucho menos tiempo (aunque hay que decir a favor de Dios que la fabricación mecanizada y la compra por internet son cosas muy recientes). Y pronto, muy pronto, con su golpe de efecto de la pre-jubilación, amasará más riqueza en un par de años que la iglesia en un par de decenas de siglos. Está claro, que para los sobrenaturales, lo mejor es criar la fama y echarse a dormir. Y que decir de sus managers y demás administradores, a no tardar tendrán un palacio tan grande y duradero como el Vaticano desde el cual administrarán con diligencia su iglesia de followers hasta el día del Apocalipsis.

Hoy hablamos de Justin y de Dios, también de sus respectivos Beliebers, los de Justin mayormente jóvenes. Pero en realidad hay muchas otras fábricas de fe y potenciales Believers de todas las edades dispuestos a creer en lo que sea con tal de dar propósito a su existencia. Y no solo pienso en personas o deidades, si no en entes, por lo general más peligrosas que Justin. El ente nacionalista, el ente capitalista, el ente libre-mercantil, el ente monárquico, o el financiero, o el consumista…y muchos otros, pero sobre todos ellos tal vez el ente que llamaré “la democracia virtual”. Todos ellos, sin excepción, se pueden resumir en un Justin o Dios, y viceversa, Justin o Dios se puede encontrar contenido en cada uno de ellos, porque todos son lo mismo. La única diferencia es que algunos de ellos todavía no quieren jubilarse, y nosotros no debemos esperar a que lo hagan, es decir, a que se conviertan en una de las cosas más duraderas e indestructibles: mitos.

Tenemos que echarles. Tenemos que expulsar la ficción de nuestras vidas para poder encontrarnos a nosotros mismos, y aunque hablo especialmente de los jóvenes y de los peligrosos y nefastos ejemplos a seguir tipo Justin que les meten por los ojos a diario, esto es algo que nos concierne a todos. Solo expulsando la ficción tendremos la posibilidad de mejorar nuestra existencia real y nunca jamás se nos ocurrirá suplantarla con absurdas deidades.

Todas las fábricas de fe nos conducen a la idiotización, es decir, al punto donde nos convertimos en marionetas dependientes y sin conciencia, meros reproductores autómatas de los patrones que nos imponen. Son armas más peligrosas que cualquier bomba porque, donde hay una deidad, hay una cortina de humo con la que ocultar eficazmente los problemas reales de la humanidad. Es difícil escapar de ellas puesto que, como dije, nos las meten por los ojos continuamente y a través de muchos canales, desde las plataformas sociales hasta el último programa de tele-basura, pasando por los noticieros y los diarios. Pero entonces, cerremos los ojos y, por un momento, miremos hacia dentro. Está en juego nuestra pre-jubilación como seres humanos libres y conscientes.


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